Blog de Polestar Pilates
Cómo mantener motivados a tus alumnos de Pilates: La secuencia Motivadora de Alan Monroe
Un buen profesor de Pilates no es solo un buen practicante e investigador: también debe ser un buen comunicador. Por lo tanto, aquellos que usamos la comunicación como base de nuestro trabajo debemos preocuparnos por hacerlo de forma efectiva. «El medio es el mensaje», como dijo el famoso Marshall McLuhan, y en este sentido podemos alejarnos de los conceptos propios de la práctica de movimiento y fijarnos en la forma en la que los grandes retóricos y oradores consiguen persuadir a su audiencia.
Porque la palabra clave es persuasión. Nuestro objetivo como profesionales del movimiento es conseguir que nuestro interlocutor, esto es, nuestros alumnos, tengan toda nuestra atención y sigan nuestras clases lo más motivados posible. Ahora, ¿cuál es la clave de la motivación?
Solucionar un problema, vivir UNA historia
En el caso de la práctica de ejercicio, debemos tener en cuenta una realidad: la mayoría de nosotros, cuanto más mayores nos hacemos, más pensamos en mantener nuestro cuerpo sano. Dicho lo cual, la mayoría de las personas que terminan en una clase de Pilates lo hacen pensando a futuro, sin sentirse del todo motivados y más pensando en una obligación que en el mero disfrute del movimiento.
Nuestra misión es ofrecerles una solución. Una solución que no llegará a corto plazo, sino que comenzarán a notar con el tiempo. Es ahí donde nuestro rol como comunicadores cobra extrema importancia: si somos capaces de que nuestros alumnos aprendan a conocer su cuerpo, a mover músculos y articulaciones que ni eran conscientes que tenían, poco a poco entenderán los beneficios de la práctica de Pilates. Pero primero hay que convencerles.
En este sentido, el mejor acercamiento es trabajar tus clases contando una historia. Poniendo el foco en distintas partes de nuestro cuerpo, una a la vez, y dejando que los alumnos entiendan sus posibilidades. Desde ahí, la pedagogía es clave, dándoles pequeños conceptos en los que centrar su atención, usando imágenes y evitando instrucciones, proponiéndoles pequeños retos asequibles que despierten el hambre por la práctica. Cada clase es una aventura en la que el alumno es el héroe, que sale de su zona de confort para descubrirse a sí mismo.
En este sentido, la Secuencia Motivadora de Alan Monroe es una excelente guía sobre la cual estructurar la retórica de tus clases. Alan Monroe fue profesor de la Universidad de Purdue y popularizó un marco sobre el que generar discursos que persuaden de forma efectiva. Esta técnica, al fin y al cabo, trabaja la narrativa, el arte de contar historias, desde un punto de vista oral. Nosotros tenemos la ventaja de que no necesitamos persuadir sin más, ya que nuestros alumnos vivirán un proceso de descubrimiento con nosotros. Veámoslo.
La secuencia motivadora de Alan Monroe
Esta secuencia se diseñó en torno a cinco pasos que establecen un orden lógico de lo que deseamos comunicar y que podemos adoptar como una metodología para acercarnos al éxito de nuestro discurso.
- Captar la atención de la audiencia. Tenemos que ganarnos la credibilidad de nuestros alumnos para mantener su interés. Ahí se puede partir de dos puntos: la empatía (ambos partisteis de un mismo punto) o la figura de autoridad. En ambos casos, el resultado es que los alumnos se dejarán coger de la mano y emprenderán este camino contigo.
- Establecimiento de una necesidad. Una vez establecidos los parámetros de la relación, propón un problema a solucionar. Este puede ser a corto plazo, para una clase en concreto, o en el contexto de la práctica del movimiento en general.
- Satisfacción de la necesidad. Una vez establecido el problema, el siguiente paso es presentar distintas alternativas para solucionarlo.
- Satisfacción de la necesidad. Una vez establecido el problema, el siguiente paso es presentar distintas alternativas para solucionarlo.
- Visualización de las consecuencias. Nuestros alumnos deben entender que, si se dejan guiar por nosotros, su vida va a mejorar. En este sentido, ellos deben tener una imagen clara de cómo será su yo futuro. En este sentido, el resultado de una clase habla por sí mismo. Si nuestros alumnos notan resultados después de una hora, ¿qué ocurriría en un año?
- Llamada a la acción. Esto implica buscar el compromiso del alumno a realizar lo planteado en pasos anteriores. Es decir, a que adquiera un compromiso con su cuerpo, ya sea manteniendo su regularidad en las clases o empezando a practicar de forma individual. Para ello, debemos proponer tareas claras y específicas para lograr el cambio que buscamos.
La secuencia motivadora de Alan Monroe puede sernos útil tanto en sesiones privadas como en una clase colectiva, y se aplica en multitud de contextos diferentes. Lo importante es que, como profesores, nos esforcemos en desarrollar una comunicación eficaz.
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